La importancia de la investigación en la práctica docente
Entre la tierra y el cielo
"Si te atrae una lucecita,
síguela. Si te conduce al pantano, ya saldrás de él. Pero si no la sigues, toda
tu vida te mortificarás pensando que tal vez era tu estrella." Séneca
“Investigar
es ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie más ha
pensado.” Albert Szent Györgi
***
Nacemos investigando. La vida está
llena de preguntas, o es más bien, es el viaje detrás de las respuestas. El
niño pregunta esto o aquello, el adulto (ojalá) sigue teniendo la misma
capacidad. Las preguntas encuentran respuesta. Otras veces se hallan con más
preguntas y la dinámica resurge, se transforma, se regenera y la sagrada curiosidad
(otra vez ojalá) nunca es saciada.
Investigar es algo aunado a lo
humano, ¿Qué sería del hombre sin está capacidad?, ¿Qué pasaría si no se
preguntará sobre qué hacer, a dónde ir, cómo es el mismo, cómo son los otros, cómo
es su ambiente? Y aunque a veces el ser humano le tiene miedo a lo desconocido
o al cambio, es la capacidad de ir contracorriente lo que ha hecho que el mundo
cambie. ¿Cómo cambiar el mundo? El primer paso es preguntarse qué es el mundo.
Las respuestas que nos brinda la
vida, ya sea temporal o permanente, es lo que llamamos conocimiento. Desde que
nacemos estamos expuestos y percibimos. Se nos pregunta qué es un gato y
llegamos a la conclusión que es esa fuente de ronroneos que escuchamos, o vemos
al animal relamerse los bigotes y se nos enseña que es un gato. La experiencia
nos dice posteriormente que el gato rasguña, ronronea, se mueve con vaivén. La
educación después nos dice si el gato es bueno o malo, blanco o negro, objeto
de veneración o de repudio. Comenzamos percibiendo, seguimos conociendo y
reconociéndonos a través de lo que aprendemos. El conocimiento tiene filtros.
Sin embargo, las preguntas son
igual de importantes que las respuestas: si no se formula la pregunta indicada,
nunca se encontrará la respuesta. ¿Cómo buscar si no sabemos qué buscamos?
Igual de importante es no dejar de preguntar. La soberbia es enemiga de la
curiosidad, ya decía Miguel de Unamuno
"Es un hombre que sabe de todo, ¡qué tonto será!"
“Lo importante es no dejar de
hacerse las preguntas” dijo Einstein. Las preguntas son el motor del viaje, las
respuestas son transitorias o inacabadas: nada está dicho. Somos humanos, no
podemos dejar de investigar a menos que elijamos no hacerlo (un lujo
innecesario que nos podemos dar). Pero investigar es preguntarse y preguntarse
es la base del cambio.
Vasos comunicantes
"La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la
destreza de aplicar los conocimientos en la práctica." Aristóteles
***
Pretendemos
enseñar sin haber reflexionado siquiera lo que hemos aprendido. Nos han
enseñado que la escuela es un lugar en donde vamos a aprender “ideales” o
“conceptos”, que lejos de acercarse a la realidad, nos alejan de ella. ¿Cómo
poner en práctica lo que hemos aprendido?, ¿es factible?
No cabe duda que tan infructuosa ha sido la experiencia
separar la teoría de la práctica. Si bien se puede dar una sin la otra, o
afirmar a modo de dogma que “la práctica hace al maestro”, es la conjunción y
la reflexión que se da entre ambas lo que enriquece la actividad que se desea
hacer. Así se llega a la construcción del conocimiento, así el conocimiento es
reflexivo y aplicable. No nos quedamos con lo que nos dicen qué es el gato,
sino que buscamos qué es.
Son
más los puntos de convergencia que los de discrepancia: la dinámica de la vida
misma necesita la conjunción de ambas. Tanto la práctica le podría recriminar a
la teoría de “idealista” como ésta a la otra de “superficial”, y, sin embargo,
es más enriquecedora la reflexión de la teoría a partir de la práctica o la reflexión
de la práctica para crear nuevos marcos teóricos.
Una actividad
que por excelencia une las dos partes es la investigación. Tanto su naturaleza
inquisitiva, como su búsqueda y ampliación de horizontes, nos hace
cuestionarnos sobre casi cualquier aspecto: se inmiscuye tanto en lo humano
como en la biológico, en lo social y lo individual, le interesa tanto lo
científico como lo artístico; permea en cada uno de los estratos de la vida
misma, de la realidad.
Ya
dijimos que el investigar es una cualidad nata del hombre, pero mientras ésta
se realiza, es su naturaleza auto-reflexiva la que la hace cambiante: crea y
destruye, construye y se modifica, cambia, se establece y restablece. Sería una contradicción que la
investigación misma no se auto-cuestionara y se reinventara. Todos
investigamos, de diferente forma y en distintos niveles.
Es así
como confluyen los límites de la práctica y la teoría: la investigación une,
integra: se cuestiona sobre su andar mismo, pero no por eso deja de caminar. Se
enriquece de la unión de los cauces de estos dos ríos. La investigación es un instrumento
que nos permite indagar sobre los “por qués” y “para qués”, sobre el “deber
ser” y el “ser” de cualquier práctica.
Incluirla en una actividad o práctica ayuda a la reflexión dentro de ésta, a
buscar los puntos de ajuste, a vislumbrar cambios, a localizar problemas, a
cuestionarnos sobre sus enfoques y herramientas.
***
¿Cómo
podría alguien enseñar a investigar si el mismo no lo ha hecho? Sería una
enseñanza hipócrita, incompleta. No se puede pretender enseñar a hacer
preguntas si uno mismo no hace preguntas. Así mismo ¿cómo enseñar a los demás a
caminar sino se cuestiona el mismo camino? Si enseñamos debemos preguntarnos
cómo enseñamos. No hay que ver a la
investigación como una herramienta de sabotaje, sino más bien como una
herramienta de construcción.
¿Nos
han enseñado a enseñar y a aprender? sí, pero sólo en parte, pues no somos una
serie de autómatas que enseñan mientras otros aprenden, aplicando lo que hemos
aprendido de una forma meramente instrumental. La actividad
enseñanza-aprendizaje está envuelta en una serie de circunstancias complejas
sobre las que debemos poner nuestra atención.
Tampoco
se trata de caer en el dogma de que la enseñanza es de una forma u otra, puesto
que la práctica de la enseñanza se ve alterada por una serie de condiciones que
somos incapaces de advertir. Tampoco se trata de derrumbar todo lo que ya hemos
realizado: se trata de construir a partir de los aciertos y errores. Las
preguntas nos hacen trazar un plano de lo que falta erigir, la investigación
nos ayuda a encontrar las fisuras.
***
Cualquier
arte necesita la conjunción de la teoría y la práctica para que sea arte, lejos
de eso sería un impulso, creador tal vez, pero no arte. Y aunque hay cierto
tipo de conocimiento que se aplica activamente, no dudo que haya también cierto
tipo de reflexión durante su ejecución. Así como a un niño le dicen como nadar
antes de lanzarse a la alberca, en la alberca se sigue cuestionando sobre el
cómo lo hace (y no por ello se niega cierto deleite al realizar la actividad
misma).
Si
el modelo anterior no se da ¿cómo podría el niño cuestionarse sobre su nado?,
si el niño no pregunta, ¿Cómo podría saber entonces los alcances de su
práctica? La investigación en la práctica de la enseñanza es eso; hacernos las
preguntas que nos ayuden a unir la teoría y la práctica. A manera de vasos
comunicantes, se trata de establecer un equilibrio para que no nos termine desbordando
la mediocridad que significa colgarnos la bandera de que somos “teóricos” o “prácticos”.
Un buen docente debe ser un buen aprendiz, y sobre todo, un eterno “investigador”.
***
El
docente debe reconocer la importancia de la investigación, pues ésta es la fuente
de nuevo conocimiento y la que cuestiona el conocimiento actual. Tan solo la
investigación es la fuente por la cual se nutre la ciencia misma. También es
cierto que aunque la investigación cuenta con cierto rigor técnico, el
investigador es más que eso, es un sujeto con lo que eso implica: sentimientos,
emociones y subjetividad.
Entonces
¿cómo investigar desde la práctica docente? Dice Sánchez Fuentes (2012), que
podemos entrar "en la perspectiva de enseñar lo que se
investiga e investigar lo que se enseña”. Vemos aquí que se trata de un asunto
de contenidos; generamos conocimientos y nos cuestionamos sobre estos.
Pero esto
no se queda sólo en este primer nivel: si el docente es investigador no deja de
serlo en su propia aula: debe cuestionarse sobre lo que enseña, pero también el
cómo lo enseña. Si bien cada docente ejerce de forma única su práctica no por
eso se debe negarse a renovarla: hasta las formulas conocidas y garantizadas
pueden incorporar cambios.
El mundo
actual es un entramado complejo de relaciones cambiantes en donde lo que fue ya
no será. Nos vemos sobrepasados por la incertidumbre pues parece que el cambio
es lo único que permanece. No se puede ser impasible ante el cambio, por lo
menos no en la práctica docente: si pretendemos enseñar, debemos enseñar
teniendo en cuenta este devenir.
No se
trata de poner una camisa de fuerza el docente, se trata de que pueda ver a la
investigación como una herramienta para sobrellevar el cambio. El conocimiento
y las preguntas no son ajenas a este devenir: las preguntas son nuevas, las
respuestas también, ya no se pregunta lo mismo, ahora se han abierto nuevos
caminos, el horizonte se ha ensanchado.
***
La
reflexión es una cualidad deseable en el ser humano, el pensar sobre las
acciones de uno mismo es indicio de un deseo de mejora. La reflexión ayuda a
renovar las acciones propias. La reflexión es la capacidad de volver la
atención hacia los propios actos (…) y si los problemas que plantea la práctica
son singulares y requieren de nuestras acciones construidas para resolverlos,
la reflexión sobre las acciones y el conocimiento son de vital importancia
(Sanjurjo, 2002: 25-29).
Así
la práctica docente se enriquece de la reflexión, huyendo de los escollos que
le brinda la rutina. No se trata de una formula general, se trata de poner a la
investigación, la cual es una práctica por naturaleza reflexiva, en la mira de
todo docente. Su base es la reflexión; la investigación es construida y a la
vez construye al investigador.
El
docente debe ser una construcción para que sus alumnos se puedan construir. El
docente debe ser un profesional reflexivo, quien –al actuar y reflexionar en y
sobre la acción- construye su propio conocimiento profesional, superando el
saber rutinario propio de la racionalidad técnica. (Sanjurjo, 2002:29)
Se
pone aquí a la investigación como instrumento de regeneración: no es que lo que
hubo antes haya estado mal, sino que puede ser mejor. La capacidad de progresar
no está peleada con ninguna práctica, mucho menos con ésta en la cual nuestras
acciones (e inacciones) repercuten en el aprendizaje de otros.
Dice
Sanjurjo (2002: 29) que “la investigación es la práctica social específica por
la cual se intenta dar respuestas a problemas de conocimiento, e implica y
requiere actitudes y capacidades básicas de: descubrimiento, asombro,
observación, pensar reflexivamente, relacionar teoría o empiría, tomar
distancia, sensibilidad social, artesanía intelectual, etc” ¿No consideraríamos
deseables estas características tanto en alumnos como en docentes?
Ortega y Gasset decía “siempre que
enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes”. La investigación es una
pauta para la duda, la duda alimenta el conocimiento. Enseñar a investigar es
un grato pretexto para que el docente transmita la capacidad de dudar, es la
oportunidad de sembrar el pensamiento crítico en las mentes de las próximas
generaciones.
La
relación docente-alumno se ve afectada por las acciones de ambos elementos de
la unión. Pero quien permanece, quien tiene la oportunidad de auto-evaluarse a
sí mismo es el docente, su trabajo es una gran responsabilidad que hay que
tomar sin titubeos, aceptar las críticas, trabajar para mejorar. Uno no puede
ser más crítico más que consigo mismo.
Fausto
“Proponte
conocerte a ti mismo y tendrás ya un enigma”. Fausto, Goethe
***
La
mayor desgracia de Fausto fue el haber hecho un trato con Mefistófeles para obtener el conocimiento infinito. A
diferencia de Fausto, el docente no puede saberlo todo, ni pretender hacerlo
pues se perdería del deleite de aprender día a día. Su motor principal es
seguir aprendiendo a la par de los estudiantes.
¿Cómo
garantizar que los estudiantes sigan aprendiendo más allá de las aulas, más
allá de lo empírico y lo práctico, de lo académico? Obviamos la respuesta:
enseñándolos a investigar, mientras el mismo docente es un investigador. ¿Qué
investiga el docente? Como realiza su práctica: observa, anota, da seguimiento
a sus actividades, califica a sus alumnos cuantitativamente (calificaciones) y
lo cualitativo (de lo cual sólo él puede tener parámetro) lo ayuda a vislumbrar
la calidad de lo que logro enseñar.
Además
investiga sobre lo que enseña, investiga para no quedarse estancado, para
enfrentarse al cambio, para enseñar a sus alumnos a preguntar y dudar, en fin,
investiga para erigir su propia humanidad.
Más
allá de detallar un conjunto de procedimientos de métodos y técnicas para
aplicar en el aula, proponemos poner a la investigación en el lugar que se
merece: dentro del aula, para que el propio docente se cuestione sobre su
práctica, para que el docente entienda la importancia de la investigación y sea
quien, predicando con el ejemplo, muestre a sus alumnos la investigación tal
cual es: una herramienta que muestra el vigor de la vida misma.
No
podemos ser fetichistas ni dogmaticos; no impondremos a los docentes una forma
de investigar, lo que deseamos más bien es que este escrito sea una pauta para
la reflexión sobre el vínculo entre la investigación y la docencia.
También
se trata de reflexionar sobre la importancia de enseñar a investigar. Si la
investigación es un motor de cambio para los mismos docentes ¿por qué negarles
este privilegio a los alumnos? Investigar es nato; investigar bien es un
trabajo más complicado; enseñar a investigar, un arte.
No
pretendamos tener ni toda la razón ni todo el conocimiento, pues en el camino,
al igual que Fausto, podríamos perder nuestra alma en el intento.
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